Son más de cien especies de aves las que nidifican en nuestro territorio, cifra que se incrementa en invierno por las aves invernantes. Contamos además con ocho especies de anfibios y dieciséis de reptiles, veintidós especies de mamíferos, sin contar los quirópteros (murciélagos), y una infinidad de invertebrados que habitan en roquedos, matorrales, encinares, arroyos...
Con las salvedades de la generalización, ya que en los entornos fluviales pueden darse condiciones muy distintas (de montaña o llanura, con playas fluviales o márgenes pedregosos, rápidos o de cauce lento), vamos a comenzar con un repaso a la fauna avícola de este entorno, cuyo ejemplo más significativo en la zona es la ribera del Genil a su paso por Brácana.
Podemos señalar algunas limícolas como el chorlitejo chico (charadrius dubius), la cigüeñuela (himantopus himantopus), el andarríos chico (actitis hypoleucos) y la garza real (ardea cinerea). Encontraremos también a la lavandera blanca (motacilla alba) y en los saltos y diques a la lavandera cascadeña (motacilla cinerea) y al chochín (troglodytes troglodytes), que construye sus nidos con vegetales y barro bajo cortados húmedos. En las capas bajas de vegetación se puede oír el canto del ruiseñor común (luscinia megarhynchos) y del ruiseñor bastardo (cettia cetti). Si vemos un pequeño pajarillo trepando por la partes inferior de las ramas, seguramente se trate del agateador común (certhia brachydactyla). El críalo (clamator glandarius) es un pariente cercano del cuco, que deja sus huevos en los nidos de otras aves, especialmente córvidos. Se delata por un canto característico del que toma su nombre.
En lugares con troncos viejos, como es el caso de la presa de Brácana, habitan el pito real (picus viridis), el pico picapinos (dendrocopos major) y el torcecuellos (jynx torquilla), los tres pícidos de nuestra provincia. En sotos frescos cercanos a los bosques observaremos la figurilla del petirrojo (erithacus rubecula) y del escribano soteño (emberiza cirlus) que pasan aquí la temporada estival. La focha (fulica atra) y el rascón (rallus aquaticus) no es la gallineta son los representantes locales de las rálidas, y entre las espadañas cría el ánade real (anas platyrhynchos). Más difícil resulta ver algún carricero (acrocephalus scirpaceus) o un buitrón (cisticola juncidis), ambos de escasa presencia en la zona. En vegas de riego se pueden oír cantar de noche al alcaraván (burhinus oedicnemus), cuyos grandes ojos amarillos delatan sus hábitos nocturno, y al avefría (vanellus vanellus) en invierno.
En las espesuras del Genil se puede observar alguna que otra vez a una pequeña flecha azul turquesa que se arroja al agua: el martín pescador (alcedo atthis). Hasta hace unos años, en los limpios cauces medios y altos se podía ver al hoy desaparecido mirlo acuático (cinclus cinclus). Un ave no vinculada a los arroyos, pero que se alimenta de sus insectos, es el chotacabras cuellirojo (caprimulgus ruficollis), cuyos hábitos nocturnos hacen que muchos ejemplares pierdan la vida en las carreteras al quedar deslumbrados por los automóviles.
Los mamíferos tienen menor representación en los sistemas fluviales. Entre los más ligados a ellos destacaremos a la rata de agua (arvicola sapidus), la musaraña (crocidura russula) y el musgaño (neomys anomalus), el turón (mustela putorius), el tejón (meles meles) y en menor medida, pues también ocupan otros ecosistemas, la garduña (martes foina) y el lirón careto (eliomys quercinus). Algún que otro quiróptero también se asocia en mayor o menor medida a los arroyos, como ocurre con el murciélago ribereño (myotis daubentonii) y el hortelano (eptesicus serotinus).
En cuanto a los reptiles, los propiamente acuáticos son el galápago leproso (mauremys leprosa) y la culebra viperina (natrix maura). Y por lo que respecta a los anfibios, en la zona podemos encontrar a la rana común (rana perezi) y al sapo común (bufo bufo), junto con otras especies como el sapillo pintojo (discoglossus jeanneae), el sapillo moteado (pelodytes ibericus) o el sapo partero bético (Alytes dickhilleni) que suelen ocupar las pequeñas regueras, aunque este último prefiere frezar en albercas viejas y fuentes. El gallipato (pleurodeles walt) y el tritón verdinegro (triturus pygmaeus) suelen ocupar los arroyos, pero igualmente frezan en otros lugares tales como charcas, lagunas o pozos. El sapo corredor (bufo calamita) es el anfibio que peor soporta el frío, y prefiere charcos de lluvía, cunetas inundadas o rodadas de vehículos inundadas para poner su cuantiosa puesta, que muchas veces no saldrá adelante por secarse el charco antes de completar el ciclo. Otras especies hace tiempo que no se encuentran en la zona, caso del sapo de espuelas (pelobates cultipres), o más recientemente, de la salamandra común (salamandra salamandra longirostris).Espinares, pastos y praderas En lugares con intensa tradición ganadera el monte ha sido aclarado y en muchos casos, esquilmado. En otras zonas, este tipo de medio se debe a su litología y la falta de suelo fértil, que sólo permite comunidades vegetales de menor porte que los árboles. Algunos lugares con estas características son los barrancos de la Varona, las estribaciones de Sierra Pelada, los tajos de la Puentezuela y la zona de Ramos. En este último lugar se dan las condiciones climatológicas y edáficas para que sea el lugar de mayor diversidad biológica del municipio, junto con el paso del Genil por Brácana, con la peculiaridad de que la variedad de bayas que proporcionan sus arbustos lo convierte en una auténtica despensa para las aves.
Éstas tienen una notable representación en estos lugares, de la que destacaremos a la cogujada montesina (galerida theklae), el verdecillo (serinus serinus), el verderón (carduelis chloris), el jilguero (carduelis carduelis), el picogordo (coccothraustes coccothraustes), el escribano montesino (emberiza cia) y soteño (emberiza cirlus), la collalba rubia (oenanthe hispanica), el triguero (emberiza calandra), la curruca (sylvia communis), el alcaudón real (lanius excubitor) y común (lanius senator), la urraca (pica pica), el rabilargo (cyanopica cyana), el papamoscas cerrojillo (ficedula hypoleuca) y el papamoscas gris (muscicapa striata), el zarcero (hippolais polyglotta) y el mosquitero papialbo (phylloscopus bonelli).
Los espinares, sobre todo si disponen de agua, son ecosistemas excelentes también para la herpetofauna. En las Fuentezuelas encontramos hasta seis especies de anfibios y diez de reptiles en una zona inferior a las diez hectáreas, destacando entre ellos el eslizón tridáctilo (chalcides striatus).
Los más genuinos mamíferos de este hábitat son el topo común (talpa europeae) y el topillo común (pitymis duodecimcostatus), aunque también podemos encontrar a la musarañita (suncus etruscus), el erizo moruno (erinaceus algirus) y la comadreja (mustela nivalis). Hay poblaciones abundantes de zorro (vulpes vulpes), y puede observarse algún que otro quiróptero. La garduña (martes foina) se deja ver en el crepúsculo, y cabe reseñar, por último, que existieron ejemplares de lince en la zona hasta la entrada de los setenta.
Roquedos, tajos y cortados
La avifauna que siempre se ha asociado a estos lugares extremos ha sido la compuesta por rapaces rupícolas y córvidos, pero existen también otras especies mucho menos conocidas y no menos interesantes que habitan este entorno. Dentro de los túrdidos tenemos dos representantes muy curiosos el roquero rojo (monticola saxatilis) y el roquero solitario (monticola solitarius), algo más abundante que el primero. Contamos también con una collalba exclusiva de cortados: la collalba negra (oananthes oananthes), junto con el avión roquero (ptyonoprogne rupestris), el vencejo real (Apus Melva), con 50 cm de envergadura alar, el colirrojo tizón (phoenicurus ochyurus), que suele verse en el pueblo en invierno, el gorrión chillón (petronia petronia), pequeño gorrión con un babero amarillo, y la cogujada montesina (galerida teklae), que a diferencia de la común suele posarse en árboles y arbustos. También debemos citar a la alondra común (alauda arbensis) en la cima de Parapanda, el escribano montesino (emberiza cia) y dos córvidos: la grajilla (corvus monedula) y la bella chova piquirroja (pyrrocorax pyrrocorax). En cuanto a rapaces, podemos mencionar a los cernícalos comunes (falco tinnunculus), búhos reales (bubo bubo) y una pareja estable de águila perdicera (hieraatus fasciatus). En invierno puede verse al mirlo capiblanco, y se ha podido observar a un ave de montaña muy septentrional, con poblaciones en la Cordillera Cantábrica y los Pirineos, y que resulta muy difícil de ver en Andalucía: el treparriscos.
Los mamíferos propios de montaña son escasos, limitándose a algunas especie de murciélago, como el de cueva, el montañero o el común, ya que no hay en Parapanda poblaciones de cabra montés.
La herpetofauna es igualmente muy escasa; la lagartija cenicienta (psamodromus hispanicus) se ha adaptado bien a estos medios rupícolas. Aunque habitan otros medios, el eslizón común (chalcides bedriagai) y la culebra lisa meridional (coronella girondica) gustan de hacerlo en dolinas y lugares escarpados con algo de humedad.
Montes y bosques
Los zonas formadas por árboles maduros han desaparecido y en nuestro municipio no queda ningún trozo de bosque primigenio, aunque se encuentran pequeños reductos con una edad inferior al siglo y extensiones superiores a las 400 hectáreas con medio siglo de antigüedad.
Cada una de estas formaciones proporciona sustentos diferentes a una fauna que en algunos casos es especialista. Un encinar joven regenerándose no es un medio en el que los animales encuentren mucho alimento y su fauna es pobre. Es a medida que madura cuando se ve habitado por currucas, torcaces, tórtolas, petirrojos, carboneros, mitos, autillos, cárabos y el sembrador de bosques de los pájaros: el arrendajo.
Los pinares tampoco suelen ser ricos en fauna, aunque cuentan con especies especializadas en obtener de ellos su alimento, como ocurre con el piquituerto (Loxia curvirostra), el carbonero garrapinos (parus ater) y en menor medida el pinzón (fringilla coelebs) y el herrerillo capuchino (parus cristatus).
Las rapaces forestales diurnas cuentan en el municipio con algunas especies; difícil de ver, el alcotán (falco sp) es una réplica del halcón común en miniatura, mientras que el ratonero (buteo buteo) es más abundante. Especialistas en el bosque son el gavilán (accipiter nissus) y su pariente próximo, el azor (accipiter gentilis). Ambos suelen anidar en pinares en las proximidades del agua.
Las águilas calzadas (hieraatus petnatus) y culebreras (circaetus gallicus) son aves estivales que anidan en la cara norte de Parapanda, en viejos pinares que se cuentan entre los más maduros de los montes occidentales granadinos.
Los cárabos (strix aluco) son raros, mientras que más frecuentes resultan los autillos (otus scops), aves cosmopolitas que colonizan desde páramos remotos a jardines en ciudades.
Mamíferos del monte son los jabalíes (sus scrofa), las ginetas (geneta geneta), garduñas, tejones y comadrejas, al igual que el gato montés (felis silvestris), que cuenta en Íllora con poblaciones de una genética muy pura y sin hibridaciones. En estos hábitats se dan también murciélagos como los rinolfos y los de bosque. En cuanto a la herpetofauna, podemos citar a la lagartija colilarga como representativa de estos hábitats.Terrenos agrícolas
En las escasas zonas de estepa cerealista del municipio abundan los alauridos como las cogujadas comunes (galerida cristata), calandrias (Melanocorypha calandra), totovías (Lullula arborea) y terreras (calandrella brachidactyla). Son abundantes las perdices (Aletoris rufa) y suelen verse ban-
dos de palomas zuritas (columba oenas). Se mantiene un pequeño grupo de sisones (tetrax tetrax), ortegas (pterocles orientalis) y alguna pareja de aguilucho cenizo (circus pigargus). Por estos terrenos resulta fácil ver a la liebre común (lepus granatensis).
En zonas agrícolas donde se impone el olivar o los almendros la situación es bien distinta: el mamífero mejor representado aquí es el conejo (Oriptolagus Cuniculus), además del ratón de campo (apodemus sylvaticus), el topillo común (pitymis duodecimcostatus), la comadreja (mustela nivalis) y el lirón careto. La ornitofauna de los cultivos arbóreos es genuinamente mediterránea, incluyendo rabilargos (cianopicas cianus), urracas (pica pica), tórtolas (Streptopelia turtur) y torcaces (columba palumbus), mirlos (tordus merula) y zorzales (tordus sp), alcaudón común (lanius senator) y alcaudón real (Launius excubitor), mochuelos (Athene Noctua), autillos (Otus scops) y fringílidos tales como verderones (carduelis chloris), verdecillos (serinus serinus), currucas (sylvia sp) y algunas otras paseriformes.
La herpetofauna más representativa son los lagartos ocelados (lacerta lepida) y culebras como la de escalera (elaphe escalaris), la de herradura (coluber hippocrepis) y la gran culebra bastarda (malpolon monspesulanus).
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