En otras épocas, la cal era un producto con una importante demanda en los hogares de nuestro pueblo, y para fabricarla se recurría a los productos que ofrecía el entorno. Así se construían una especie de pozos sin demasiada profundidad en los que se depositaban maderas y otros elementos naturales, que se iban quemando junto con rocas calizas hasta que, producida su combustión, se conseguía la solicitada cal. Fabricar cal no era un oficio cómodo ni fácil pues se realizaba en puntos alejados del pueblo en los que una vez producida se tenía que transportar hasta el núcleo urbano, siendo un proceso de producción laborioso y de gran dureza física. El producto obtenido de todo el proceso, la cal, impregnará la gran mayoría de las fachadas del pueblo, lo que hará que éste presente el tipico aspecto del pueblo andaluz blanco. Las caleras se pueden localizar en distintos puntos de la geografía local, bien siguiendo las rutas de senderismo ya creadas o bien dirigiéndose expresamente a ellas. Las caleras aún nos permiten analizar el modo de vida tradicional que se desarrolló en otra época, de la que son testigos mudos. |